jueves, 21 de febrero de 2013

Los invito a participar en la página de Facebook " Cazando los acentos perdidos,
 (y otras barbaridades ortográficas) en www.facebook.com/CazandoLosAcentosPerdidos.

La actividad connsiste en subir una foto tuya señalando la falta de acentos en algún anuncio, cartel, propaganda, publicidad, textos informativos que encuentres en la calle o en la escuela.

Debes aparecer en la foto señalando el error ortográfico y en el pie de foto escribirlo de forma correcta, además de agregar la dirección o la ubicación del anuncio en la ciudad.

Puedes tomar la foto con tu cel, cámara digital y todos los dispositivos que capturen imagen...obvio, ya lo saben.


viernes, 15 de febrero de 2013

Esta actividad ya se cerró. ¡¡Gracias!!!


 

 El zopilote
[Cuento: Texto completo]

Franz Kafka

Un zopilote estaba mordisqueándome los pies. Ya había despedazado mis botas y calcetas, y ahora ya estaba mordiendo mis propios pies. Una y otra vez les daba un mordisco, luego me rondaba varias veces, sin cesar, para después volver a continuar con su trabajo. Un caballero, de repente, pasó, echó un vistazo, y luego me preguntó por qué sufría al zopilote.
-Estoy perdido -le dije-. Cuando vino y comenzó a atacarme, yo por supuesto traté de hacer que se fuera, hasta traté de estrangularlo, pero estos animales son muy fuertes... estuvo a punto de echarse a mi cara, mas preferí sacrificar mis pies. Ahora están casi deshechos.
-¡Vete tú a saber, dejándote torturar de esta manera! -me dijo el caballero-. Un tiro, y te echas al zopilote.
-¿En serio? -dije-. ¿Y usted me haría el favor?
-Con gusto -dijo el caballero- sólo tengo que ir a casa por mi pistola. ¿Podría usted esperar otra media hora?
-Quién sabe -le dije, y me estuve por un momento, tieso de dolor. Entonces le dije-: Sin embargo, vaya a ver si puede... por favor.
-Muy bien -dijo el caballero- trataré de hacerlo lo más pronto que pueda.
Durante la conversación, el zopilote había estado tranquilamente escuchando, girando su ojo lentamente entre mí y el caballero. Ahora me había dado cuenta que había estado entendiéndolo todo; alzó ala, se hizo hacia atrás, para agarrar vuelo, y luego, como un jabalinista, lanzó su pico por mi boca, muy dentro de mí. Cayendo hacia atrás, me alivió el sentirle ahogarse irremediablemente en mi sangre, la cual estaba llenando cada uno de mis huecos, inundando cada una de mis costas.  
(Tomado de Ciudad Seva)

Responde:

1.- ¿Quién es el protagonista de la historia?
2.- ¿Por qué el personaje dejó que el zopilote mordisqueara sus pies?
3.- ¿Cuál es el favor que le haría el caballero al hombre?
4.- ¿Por qué el personaje cree que el zopilote entendía la conversación entre los personajes?
5.- ¿Qué sucede con el personaje al final de la historia?
6.- ¿Qué te pareció este cuento? ¿Has vivido u observado una situación similar?

viernes, 1 de febrero de 2013

Inventario
Martha Cerda
Mi vecino tenía un gato imaginario. Todas las mañanas lo sacaba a calle, abría la puerta y le gritaba: "Anda, ve a hacer tus necesidades".
El gato se paseaba imaginariamente por el jardín y al cabo de un rato regresaba a la casa, donde le esperaba un tazón de leche. Bebía imaginariamente el líquido, se lamía los bigotes, se relamía una mano y luego otra y se echaba a dormir en el tapete de la entrada. De vez en cuando perseguía un ratón o se subía a lo alto de un árbol. Mi vecino se iba todo el día, pero cuando volvía a casa el gato ronroneaba y se le pegaba a las piernas imaginariamente. Mi vecino le acariciaba la cabeza y sonreía. El gato lo miraba con cierta ternura imaginaria y mi vecino se sentía acompañado. Me imagino que es negro (el gato), porque algunas personas se asustan cuando imaginan que lo ven pasar.
Una vez el gato se perdió y mi vecino estuvo una semana buscándolo; cuanto gato atropellado veía se imaginaba que era el suyo, hasta que imaginó que lo encontraba y todo volvió a ser como antes, por un tiempo, el suficiente para que mi vecino se imaginara que el gato lo había arañado. Lo castigó dejándolo sin leche. Yo me imaginaba al gato maullando de hambre. Entonces lo llamé: "minino, minino", y me imaginé que vino corriendo a mi casa.
Desde ese día mi vecino no me habla, porque se imagina que yo me robé a su gato.

Responde:

1.- ¿Por qué crees que el cuento se llama Inventario?
2.- ¿ Por qué el narrador cree que el gato es negro?
3.- ¿Crees que el gato existe?